Los coches de carreras de altas prestaciones representan la cúspide de la ingeniería automotriz, donde velocidad, aerodinámica y tecnología se fusionan para crear máquinas extraordinarias. Estos vehículos, diseñados para operar en los límites de la física, incorporan soluciones técnicas que eventualmente se filtran hacia los automóviles convencionales. Desde los rugientes circuitos de Fórmula 1 hasta las exigentes pistas de resistencia, estos superdeportivos de competición se han convertido en laboratorios rodantes donde se desarrollan y prueban innovaciones revolucionarias. La búsqueda constante por mejorar la relación peso-potencia, optimizar la aerodinámica y aumentar la eficiencia ha llevado a la creación de vehículos que desafían constantemente lo que creíamos posible en términos de rendimiento automovilístico.

Definición y características técnicas de un coche de carreras de altas prestaciones

Un coche de carreras de altas prestaciones se define como un vehículo diseñado específicamente para competición, cuyas especificaciones técnicas superan ampliamente las de los automóviles convencionales. Estos vehículos se caracterizan por una extraordinaria relación peso-potencia, con estructuras ultraligeras que pueden alcanzar una proporción de hasta 1 kg por cada caballo de potencia. Esta optimización es crucial para lograr aceleraciones explosivas, capaces de pasar de 0 a 100 km/h en menos de 3 segundos en las categorías más avanzadas.

La configuración aerodinámica constituye otro aspecto fundamental. Los coches de carreras modernos generan una carga aerodinámica tan significativa que, teóricamente, podrían circular por el techo de un túnel a velocidades suficientemente altas. Esta característica les permite tomar curvas a velocidades que desafían las leyes de la física para vehículos convencionales. Los sistemas de gestión electrónica monitorizan constantemente cientos de parámetros, ajustando el comportamiento del vehículo en tiempo real para maximizar el rendimiento.

Los materiales empleados en su construcción son otra característica distintiva. Desde aleaciones especiales hasta compuestos de fibra de carbono y titanio, estos vehículos utilizan tecnologías de materiales avanzados para reducir peso mientras mantienen una rigidez estructural óptima. Esta combinación de ligereza y resistencia resulta esencial para soportar las fuerzas extremas generadas durante la competición.

Los neumáticos de competición representan otra diferencia crucial. Fabricados con compuestos especiales que ofrecen un agarre excepcional, estos neumáticos pueden soportar temperaturas extremas y fuerzas laterales muy superiores a las que experimentaría un vehículo convencional. Sin embargo, esta adherencia extraordinaria se traduce en una vida útil considerablemente más corta, siendo necesario reemplazarlos con mucha mayor frecuencia.

La diferencia entre un buen coche de carreras y uno excepcional no radica únicamente en la potencia bruta, sino en cómo integra cada componente para trabajar en perfecta armonía, aprovechando cada gramo de peso y cada kilovatio de potencia de la manera más eficiente posible.

Componentes esenciales en los superdeportivos de competición

Los superdeportivos de competición se distinguen por incorporar componentes de vanguardia que maximizan su rendimiento. Cada pieza está meticulosamente diseñada y optimizada para contribuir al desempeño global del vehículo. La integración armoniosa de estos elementos es lo que permite a estas máquinas alcanzar niveles de rendimiento extraordinarios. A diferencia de los vehículos convencionales, donde factores como la comodidad o la practicidad juegan un papel importante, en los coches de competición cada decisión de diseño está subordinada al objetivo primordial: la velocidad y eficiencia.

Además, estos vehículos incorporan sistemas de telemetría avanzados que transmiten en tiempo real cientos de parámetros a los ingenieros del equipo. Esta información resulta invaluable para optimizar la configuración del vehículo y anticipar posibles fallos antes de que ocurran. La precisión de estos sistemas es tal que pueden detectar variaciones de rendimiento imperceptibles para el piloto, permitiendo ajustes que pueden marcar la diferencia entre la victoria y la derrota.

Motores de última generación: V8, V10 y configuraciones híbridas

Los motores representan el corazón de cualquier vehículo de altas prestaciones. En la actualidad, las configuraciones más comunes en competición incluyen los V8 y V10, aunque cada categoría tiene sus propias regulaciones. Los motores de Fórmula 1, por ejemplo, utilizan un V6 turboalimentado de 1.6 litros complementado con sistemas híbridos, capaces de generar más de 1,000 caballos de potencia a pesar de su relativamente pequeña cilindrada.

Las configuraciones híbridas han ganado protagonismo en diversas categorías de competición. Estos sistemas aprovechan la energía de frenado (recuperación mediante KERS - Kinetic Energy Recovery System) para almacenarla en baterías y posteriormente liberarla en forma de potencia adicional. El Mundial de Resistencia (WEC) ha sido pionero en la implementación de tecnologías híbridas en coches como el Toyota GR010 Hybrid, demostrando que la electrificación no está reñida con el alto rendimiento.

Los materiales utilizados en la construcción de estos motores son extremadamente especializados. Aleaciones ligeras de aluminio, titanio y componentes cerámicos permiten funcionamiento a temperaturas extremas mientras se mantiene el peso al mínimo. Algunos motores de competición pueden alcanzar regímenes de giro superiores a las 15,000 rpm, sometiendo sus componentes internos a fuerzas centrífugas extraordinarias.

Sistemas aerodinámicos avanzados: difusores, alerones y efecto suelo

La aerodinámica representa uno de los campos de desarrollo más intensos en los coches de competición actuales. Los alerones delanteros y traseros generan carga aerodinámica que literalmente "empuja" el vehículo contra el asfalto, aumentando la tracción. Los difusores, situados en la parte trasera, aceleran el flujo de aire bajo el coche creando un efecto de succión que incrementa significativamente el agarre.

El efecto suelo es una tecnología particularmente sofisticada que aprovecha la forma del fondo del vehículo para crear un área de baja presión, aumentando dramáticamente la adherencia. Este principio, reintroducido recientemente en la Fórmula 1 tras décadas de restricciones, permite a los coches tomar curvas a velocidades que serían imposibles mediante la mera adherencia mecánica de los neumáticos.

Cada elemento aerodinámico está meticulosamente calibrado para funcionar en armonía con el resto del vehículo. Un alerón mal ajustado no sólo reduce la eficiencia, sino que puede desestabilizar completamente el coche. Por este motivo, los equipos dedican miles de horas de túnel de viento y simulaciones computacionales ( CFD - Computational Fluid Dynamics) para optimizar cada milímetro de la carrocería.

Chasis monocasco y materiales compuestos de fibra de carbono

El chasis monocasco de fibra de carbono representa una revolución en la construcción de vehículos de competición. A diferencia de los chasis tubulares tradicionales, estas estructuras unitarias distribuyen las cargas por toda su superficie, proporcionando una rigidez excepcional con un peso mínimo. La fibra de carbono ofrece una resistencia superior al acero con apenas una fracción de su peso.

El proceso de fabricación de estos chasis es extremadamente complejo y costoso. Las capas de fibra de carbono se disponen siguiendo patrones específicos para maximizar la resistencia en las direcciones donde se esperan mayores esfuerzos. Posteriormente, estas capas se impregnan con resina epoxi y se curan en autoclaves a alta presión y temperatura, creando una estructura monolítica de extraordinaria resistencia.

Además de su excelente relación resistencia-peso, los monocascos de fibra de carbono ofrecen una seguridad superior en caso de impacto. Su capacidad para absorber energía de forma progresiva ha salvado numerosas vidas en accidentes que, con tecnologías anteriores, habrían resultado fatales. La célula de supervivencia que protege al piloto puede soportar fuerzas de impacto extraordinarias mientras se desintegran de forma controlada las estructuras periféricas.

Transmisiones secuenciales y diferenciales electrónicos de deslizamiento limitado

Las transmisiones utilizadas en coches de competición difieren radicalmente de las encontradas en vehículos convencionales. Las cajas secuenciales permiten cambios de marcha casi instantáneos (en algunos casos inferiores a 50 milisegundos), sin necesidad de utilizar el embrague excepto para arrancar. Estos sistemas minimizan la interrupción en la entrega de potencia durante los cambios, maximizando la aceleración.

Los diferenciales electrónicos de deslizamiento limitado ( e-LSD ) representan otro avance significativo. Estos sistemas pueden variar instantáneamente la distribución de par entre las ruedas, optimizando la tracción en cada situación. A diferencia de los diferenciales mecánicos tradicionales, los electrónicos pueden anticiparse a las condiciones cambiantes de adherencia, ajustando su comportamiento incluso antes de que se produzca una pérdida de tracción.

Los sistemas de control de tracción modernos trabajan en estrecha colaboración con estos diferenciales, analizando constantemente la velocidad de giro de cada rueda y ajustando la potencia entregada para maximizar el agarre. Esta integración permite extraer el máximo rendimiento del vehículo incluso en condiciones de baja adherencia, donde tradicionalmente resultaba extremadamente difícil gestionar altos niveles de potencia.

Sistemas de suspensión activa y amortiguación adaptativa

Los sistemas de suspensión en vehículos de competición han evolucionado considerablemente en las últimas décadas. Las suspensiones activas, que utilizan actuadores hidráulicos o electromagnéticos para ajustar constantemente la altura y rigidez, permiten mantener la posición óptima del vehículo independientemente de las condiciones de la pista. Aunque algunas categorías han limitado el uso de suspensiones completamente activas por razones de costes, los sistemas adaptativos siguen siendo fundamentales.

La amortiguación adaptativa representa un compromiso entre complejidad y rendimiento. Estos sistemas pueden modificar sus características de compresión y extensión en milisegundos, adaptándose a las variaciones del terreno y a las maniobras del piloto. Al optimizar constantemente el contacto entre los neumáticos y el asfalto, maximizan el agarre disponible tanto en frenada como en aceleración y paso por curva.

Los materiales utilizados en los componentes de suspensión son igualmente especializados. Titanio, aluminio aeroespacial y compuestos de fibra de carbono permiten crear elementos extremadamente ligeros pero capaces de soportar las enormes cargas generadas durante la competición. Cada gramo ahorrado en estos componentes no suspendidos mejora significativamente la respuesta dinámica del vehículo.

Categorías principales de coches de carreras de altas prestaciones

El mundo de la competición automovilística se divide en diversas categorías, cada una con sus propias regulaciones técnicas y filosofía de diseño. Estas diferentes categorías permiten el desarrollo de tecnologías específicas adaptadas a distintos escenarios de competición, desde circuitos permanentes hasta carreteras abiertas. La diversidad de formatos fomenta la innovación en diferentes áreas, desde la eficiencia energética hasta la aerodinámica extrema.

Cada categoría representa un equilibrio único entre rendimiento, durabilidad y restricciones técnicas. Mientras algunas priorizan la velocidad pura, otras valoran la resistencia o la versatilidad. Esta diversidad enriquece el panorama tecnológico y permite que diferentes fabricantes encuentren espacios donde expresar sus fortalezas particulares. A continuación se examinan las principales categorías de vehículos de competición de altas prestaciones.

Formula 1: Ferrari SF-23 y Mercedes-AMG F1 W14

La Fórmula 1 representa la cúspide del automovilismo de competición. Vehículos como el Ferrari SF-23 y el Mercedes-AMG F1 W14 encarnan el máximo nivel de sofisticación tecnológica. Con un peso mínimo de 798 kg (incluyendo piloto) y más de 1,000 CV de potencia combinada entre sus unidades de potencia híbridas, estos monoplazas pueden alcanzar velocidades superiores a 350 km/h y soportar fuerzas laterales de hasta 5G en curvas.

El reglamento actual de F1 utiliza motores V6 turboalimentados de 1.6 litros complementados con sofisticados sistemas de recuperación de energía. El MGU-K recupera energía cinética durante las frenadas, mientras que el MGU-H aprovecha la energía térmica de los gases de escape. Esta configuración híbrida proporciona una eficiencia excepcional sin comprometer las prestaciones absolutas.

La aerodinámica en F1 es extremadamente sofisticada, con alerones multi-elementos de geometría variable y complejos sistemas de canalización de flujos de aire. El regreso del efecto suelo con la normativa de 2022 ha revolucionado el diseño, priorizando la generación de carga aerodinámica mediante el fondo plano y reduciendo la dependencia de elementos superiores que generan turbulencias perjudiciales para los coches que siguen detrás.

Prototipos de resistencia: Toyota GR010 hybrid y Porsche 963

Los prototipos de resistencia como el Toyota GR010 Hybrid y el Porsche 963 compiten en eventos de larga duración como las 24 Horas de Le Mans. Estos vehículos deben combinar velocidad punta con fiabilidad excepcional. La categoría Hypercar del WEC (World Endurance Championship) representa un equilibrio entre rendimiento extremo y eficiencia energética.

El Toyota GR010 Hybrid utiliza un motor V6 biturbo de 3.5 litros complementado con un sistema híbrido en el eje delantero, generando una potencia total limitada a 680 CV según las regulaciones. La gestión energética es crucial en estas competiciones, donde maximizar la autonomía puede marcar la diferencia entre la victoria y la derrota. Los sistemas de recuperación de energía están calibrados no solo para aumentar el rendimiento, sino para optimizar el consumo de combustible durante carreras que pueden durar hasta 24 horas.

Los Porsche 963 representan el regreso de la marca alemana a la categoría máxima del WEC, con un V8 biturbo de 4.6 litros y un sistema híbrido que cumple con las limitaciones reglamentarias. La carrocería de estos prototipos está optimizada para minimizar la resistencia aerodinámica en las rectas de alta velocidad de circuitos como Le Mans, donde pueden alcanzar velocidades cercanas a los 330 km/h durante horas consecutivas.

Estos vehículos incorporan sistemas de iluminación avanzados para la competición nocturna, con tecnología LED y láser que permite a los pilotos mantener ritmos competitivos incluso en condiciones de visibilidad reducida. Los cockpits están diseñados para facilitar los cambios de piloto durante las paradas en boxes, un aspecto crucial en carreras donde tres pilotos se alternan durante 24 horas consecutivas.

GT3 y GT4: Lamborghini huracán GT3 EVO2 y Ferrari 296 GT3

Las categorías GT3 y GT4 representan una forma de competición más cercana a los vehículos de producción. El Lamborghini Huracán GT3 EVO2 y el Ferrari 296 GT3 son evoluciones de competición de superdeportivos homologados para circular en carretera. Estos vehículos mantienen una relación más directa con sus contrapartes de calle, aunque incorporan modificaciones sustanciales en materia de seguridad, aerodinámica y tren de rodaje.

El Lamborghini Huracán GT3 EVO2 utiliza un V10 atmosférico de 5.2 litros derivado del modelo de producción, aunque adaptado para competición con restricciones de admisión según el sistema BoP (Balance of Performance) que iguala el rendimiento entre diferentes modelos. Su carrocería incorpora elementos aerodinámicos específicos como un splitter delantero prominente, faldones laterales y un alerón trasero de grandes dimensiones que generan la carga aerodinámica necesaria para el ritmo de competición.

El Ferrari 296 GT3 representa un interesante cambio en la filosofía de la marca, adoptando un V6 biturbo de 3.0 litros para sustituir al tradicional V8. A diferencia del modelo de calle, el GT3 prescinde del sistema híbrido para cumplir con las regulaciones de la categoría. La distribución de pesos se ha optimizado ubicando la transmisión secuencial transversal en posición posterior, mejorando la tracción y el balance dinámico. Su chasis multitubular de aluminio está reforzado con una jaula de seguridad integral que cumple con los estrictos requisitos de la FIA.

Vehículos de rally: Toyota GR Yaris rally1 y Hyundai i20 N Rally1

El mundo del rally presenta desafíos completamente diferentes a las competiciones en circuito. Vehículos como el Toyota GR Yaris Rally1 y el Hyundai i20 N Rally1 deben enfrentarse a superficies variadas (asfalto, tierra, nieve, hielo) y condiciones climáticas extremadamente cambiantes. El reglamento Rally1 del WRC (World Rally Championship) ha introducido la hibridación con una unidad estándar de 100 kW que complementa a los motores de combustión.

El Toyota GR Yaris Rally1 está equipado con un propulsor 1.6 turbo que genera aproximadamente 380 CV, complementado por la unidad híbrida que puede proporcionar impulsos adicionales de potencia en determinadas secciones. La transmisión es integral con diferenciales mecánicos, y la suspensión utiliza amortiguadores con recorridos largos capaces de absorber los impactos generados en saltos y superficies irregulares. A diferencia de sus homólogos de circuito, estos vehículos utilizan carrocerías que mantienen una semejanza visual con los modelos de producción, aunque construidas en materiales compuestos para reducir peso.

El Hyundai i20 N Rally1 sigue una filosofía similar, con un motor 1.6 turbo hibridado y tracción integral. Estos vehículos incorporan sofisticados sistemas de telemetría que permiten a los equipos analizar datos entre etapas, ajustando la configuración según las condiciones específicas de cada tramo. Los sistemas de navegación son igualmente cruciales, permitiendo a los copilotos proporcionar instrucciones precisas sobre el trazado en terrenos donde no existe una pista definida como en los circuitos convencionales.

Tecnologías innovadoras en los superdeportivos actuales

Los superdeportivos de competición actuales funcionan como laboratorios rodantes donde se prueban y desarrollan tecnologías que eventualmente se filtran hacia los vehículos de producción. La transferencia tecnológica entre la competición y la carretera se ha acelerado en las últimas décadas, permitiendo que innovaciones que antes tardaban décadas en llegar al consumidor ahora lo hagan en cuestión de años.

Entre las tecnologías más destacadas encontramos los sistemas de recuperación de energía que han revolucionado tanto la Fórmula 1 como el WEC. El principio es sencillo: capturar la energía que normalmente se desperdiciaría durante las frenadas y convertirla en electricidad que puede almacenarse y reutilizarse posteriormente. Esta tecnología ha migrado rápidamente a vehículos de calle, especialmente en el segmento de deportivos híbridos de alta gama como el Ferrari SF90 Stradale o el Porsche 918 Spyder.

La competición automovilística siempre ha sido el campo de pruebas más exigente para las nuevas tecnologías. Lo que sobrevive a 24 horas en Le Mans o a una temporada completa de Fórmula 1 tiene garantizada su fiabilidad en prácticamente cualquier escenario de uso cotidiano.

Los sistemas de frenado carbocerámicos representan otro ejemplo paradigmático de tecnología derivada de la competición. Originalmente desarrollados para la Fórmula 1 en la década de 1980, estos sistemas ofrecen una capacidad de disipación térmica muy superior a los frenos convencionales, permitiendo frenadas más potentes y consistentes incluso bajo condiciones extremas. Hoy son comunes en superdeportivos de calle e incluso están disponibles como opción en algunos vehículos premium de altas prestaciones.

La impresión 3D y la fabricación aditiva han revolucionado el desarrollo de componentes complejos, permitiendo crear geometrías optimizadas que serían imposibles de fabricar mediante métodos tradicionales. Esta tecnología permite crear piezas más ligeras y resistentes, con diseños que optimizan su comportamiento estructural o aerodinámico. Componentes como conductos de refrigeración, elementos aerodinámicos o incluso partes del sistema de escape se fabrican actualmente mediante estas técnicas avanzadas.

Diferencias entre coches de carreras y superdeportivos de calle

Aunque comparten muchos principios de diseño, existen diferencias fundamentales entre los superdeportivos de competición y sus contrapartes homologadas para circular en vías públicas. La más evidente es el enfoque completamente diferente: mientras los coches de carreras priorizan el rendimiento absoluto por encima de cualquier otra consideración, los vehículos de calle deben equilibrar las prestaciones con factores como la comodidad, la durabilidad, la facilidad de uso y el cumplimiento de normativas de homologación.

Los sistemas de seguridad representan otra diferencia crucial. Los vehículos de competición incorporan células de supervivencia, jaulas antivuelco, sistemas de contención para el piloto (como los HANS - Head And Neck Support) y estructuras de absorción de impacto diseñadas específicamente para accidentes a alta velocidad. Los superdeportivos de calle, en cambio, deben cumplir con normativas de seguridad pasiva y activa que contemplan escenarios más diversos, incluyendo la protección de peatones en caso de atropello.

La potencia utilizable marca otra diferencia significativa. Un Fórmula 1 moderno puede generar más de 1,000 CV, pero resulta prácticamente inconducible para cualquier persona que no sea un piloto profesional. En cambio, un superdeportivo de calle como el Bugatti Chiron, con potencia similar, incorpora numerosos sistemas electrónicos que hacen que esta potencia sea accesible para conductores con menos experiencia. La diferencia radica en cómo se entrega y gestiona esa potencia, no solo en la cifra bruta.

La durabilidad y el mantenimiento representan otro contraste evidente. Un motor de Fórmula 1 tiene una vida útil de apenas unos pocos miles de kilómetros antes de requerir una reconstrucción completa, mientras que un superdeportivo de calle debe ofrecer una fiabilidad razonable durante decenas de miles de kilómetros. Los ciclos de mantenimiento son igualmente diferentes: un equipo de competición puede desmontar y reconstruir completamente un vehículo entre carreras, mientras que un propietario particular espera intervalos de mantenimiento mucho más espaciados.

Finalmente, el coste establece una barrera insalvable: un monoplaza de Fórmula 1 moderno puede superar los 15 millones de euros, sin incluir los costes de desarrollo y operación que multiplican varias veces esta cifra. En comparación, incluso los superdeportivos más exclusivos como el Pagani Huayra o el Koenigsegg Jesko, con precios que superan los 2-3 millones de euros, resultan relativamente económicos.

El futuro de los coches de carreras: electrificación y combustibles sintéticos

El automovilismo de competición se encuentra en una encrucijada tecnológica sin precedentes. La transición energética global está impulsando cambios profundos en la forma en que se conciben y desarrollan los vehículos de altas prestaciones. Dos tendencias principales marcan el horizonte tecnológico: la electrificación progresiva y el desarrollo de combustibles sintéticos neutros en carbono.

La electrificación ya es una realidad en múltiples categorías. La Fórmula E representa la primera gran competición totalmente eléctrica, pero categorías tradicionales como la Fórmula 1 y el WEC han incorporado componentes híbridos que ganan protagonismo en cada revisión reglamentaria. El desafío principal radica en equilibrar la densidad energética de las baterías (aún inferior a la de los combustibles fósiles) con los requisitos de peso y autonomía que exige la competición de alto nivel.

Campeonatos como Extreme E demuestran que los vehículos eléctricos pueden competir en los entornos más exigentes, desde desiertos hasta el Ártico. La aceleración instantánea que proporcionan los motores eléctricos representa una ventaja considerable en determinadas situaciones de carrera, mientras que la recuperación de energía durante las frenadas ofrece nuevas dimensiones estratégicas para los equipos y pilotos.

Los combustibles sintéticos representan una alternativa complementaria, especialmente relevante para preservar el legado cultural y emocional de los motores de combustión. Fabricantes como Porsche han realizado importantes inversiones en plantas piloto que producen combustibles neutros en carbono, creados mediante procesos que capturan CO₂ atmosférico y lo combinan con hidrógeno obtenido mediante electrólisis alimentada por energías renovables. Estos combustibles pueden utilizarse en motores convencionales con modificaciones mínimas, permitiendo reducir drásticamente la huella de carbono neta.

La Fórmula 1 ha anunciado su compromiso de utilizar combustibles 100% sostenibles para 2026, coincidiendo con una nueva generación de unidades de potencia. Este enfoque permitiría mantener las características sonoras y emocionales de los motores de combustión mientras se reduce significativamente su impacto ambiental. Paralelamente, categorías como la Le Mans Hypercar están explorando diversas soluciones tecnológicas, desde la hibridación avanzada hasta sistemas de pila de combustible de hidrógeno.

El hidrógeno representa otra frontera tecnológica, tanto como combustible para motores de combustión adaptados como para alimentar pilas de combustible que generan electricidad. El Automobile Club de l'Ouest, organizador de las 24 Horas de Le Mans, ya ha presentado una categoría experimental para vehículos propulsados por hidrógeno, con prototipos desarrollados por fabricantes como Toyota. Esta diversidad tecnológica garantiza que el automovilismo de competición seguirá siendo un laboratorio de innovación relevante en la era post-combustibles fósiles.

Las prestaciones de estos nuevos sistemas de propulsión ya demuestran que no hay motivo para temer una reducción en el espectáculo. El récord absoluto en Pikes Peak, una de las pruebas más exigentes del mundo, está en posesión del Volkswagen I.D. R, un prototipo totalmente eléctrico. Este hito demuestra que las nuevas tecnologías no solo pueden igualar, sino superar a los sistemas tradicionales en determinados escenarios de competición.

El reto más significativo para los coches de carreras del futuro será equilibrar la neutralidad en carbono con la emoción y el espectáculo que han caracterizado tradicionalmente al automovilismo de competición. Los aficionados esperan velocidad, sonido y emoción, mientras que la industria debe adaptarse a un contexto ambiental y regulatorio cada vez más exigente. La solución probablemente no será única, sino una combinación de diferentes tecnologías adaptadas a las características específicas de cada categoría de competición.