El sistema antibloqueo de frenos, conocido universalmente como ABS, representa uno de los avances más significativos en la seguridad activa vehicular de los últimos 50 años. Esta tecnología ha transformado radicalmente la forma en que los conductores responden ante situaciones de emergencia, permitiendo mantener el control direccional durante frenadas bruscas y reduciendo significativamente el riesgo de accidentes. Desde su implementación comercial en la década de 1970, el ABS ha evolucionado para convertirse en un estándar obligatorio en todos los vehículos nuevos, integrándose con sistemas cada vez más sofisticados y adaptándose a las necesidades específicas de diferentes tipos de conducción y condiciones de la carretera.
La relevancia del ABS radica en su capacidad para modificar automáticamente la presión de frenado varias veces por segundo, evitando que las ruedas se bloqueen y permitiendo que el conductor mantenga la capacidad de maniobrar durante una frenada de emergencia. Esta tecnología ha salvado innumerables vidas y ha sentado las bases para el desarrollo de sistemas de seguridad activa cada vez más complejos, que hoy forman parte del camino hacia la conducción autónoma y la movilidad sin accidentes.
Fundamentos del sistema ABS en vehículos modernos
El sistema antibloqueo de frenos representa un pilar fundamental en la seguridad activa de los vehículos contemporáneos. Su principio básico consiste en prevenir el bloqueo de las ruedas durante una frenada intensa, manteniendo así la adherencia con el pavimento y permitiendo al conductor conservar el control direccional del vehículo. A diferencia de los sistemas convencionales, el ABS monitoriza constantemente la velocidad de rotación de cada rueda y modula la presión hidráulica del circuito de frenos cuando detecta una inminente situación de bloqueo.
Esta tecnología aprovecha un fenómeno físico fundamental: la fuerza de frenado máxima se obtiene cuando existe un deslizamiento controlado entre el neumático y la superficie, no cuando la rueda está completamente bloqueada. El sistema busca mantener ese punto óptimo de deslizamiento (generalmente entre un 15% y 30% según el tipo de superficie), maximizando la eficiencia de frenado mientras preserva la capacidad de maniobra.
Principios físicos del antibloqueo de ruedas según bosch
La empresa alemana Bosch, pionera en el desarrollo del ABS moderno, fundamenta su tecnología en principios físicos precisos sobre la interacción entre neumáticos y superficies. Según sus investigaciones, la adherencia máxima se produce con un deslizamiento controlado, no con la rueda completamente bloqueada. Cuando una rueda se bloquea durante el frenado, se pierde hasta un 60% de la capacidad de adherencia lateral, lo que impide maniobrar el vehículo.
El principio fundamental del ABS consiste en mantener el deslizamiento de cada rueda dentro de un rango óptimo, permitiendo la máxima eficiencia de frenado sin comprometer la estabilidad direccional del vehículo.
Bosch ha establecido que el coeficiente de fricción entre el neumático y la carretera varía según la superficie y las condiciones climatológicas. Por ejemplo, en asfalto seco, el deslizamiento óptimo se sitúa alrededor del 15-20%, mientras que en superficies resbaladizas puede ser menor. El sistema ABS utiliza sofisticados algoritmos para determinar este punto óptimo en tiempo real, ajustando la presión de frenado hasta 15 veces por segundo.
Componentes clave: sensores, unidad de control y válvulas hidráulicas
El sistema ABS moderno consta de tres componentes esenciales que trabajan en perfecta sincronización para garantizar un frenado seguro y eficiente. En primer lugar, los sensores de velocidad instalados en cada rueda (o en el diferencial en sistemas más básicos) generan señales electromagnéticas proporcionales a la velocidad de giro. Estos sensores utilizan tecnología de efecto Hall o inductiva para proporcionar datos precisos incluso en condiciones adversas.
El cerebro del sistema es la unidad de control electrónico (ECU), un microprocesador dedicado que analiza constantemente las señales de los sensores, comparando las velocidades de las ruedas entre sí y con la velocidad estimada del vehículo. Esta unidad ejecuta algoritmos complejos que determinan cuándo es necesario intervenir para prevenir el bloqueo de una o varias ruedas.
Finalmente, el grupo hidráulico incluye una bomba, acumuladores de presión y válvulas solenoides que modulan la presión de frenado. Este componente puede generar hasta 180 bar de presión y está diseñado para realizar tres funciones críticas: mantener, reducir o aumentar la presión de frenado en cada circuito de forma independiente. Las válvulas moduladoras pueden cambiar de estado en milisegundos, permitiendo ciclos rápidos de presurización y despresurización.
Diferencias técnicas entre ABS de 2, 3 y 4 canales
La arquitectura del sistema ABS ha evolucionado considerablemente desde sus inicios, desarrollándose en configuraciones que varían según el número de canales o circuitos hidráulicos independientes que pueden controlarse. Los sistemas de 2 canales, utilizados principalmente en vehículos más antiguos o económicos, agrupan las ruedas del mismo eje bajo un control común. Esto significa que las ruedas delanteras se regulan conjuntamente, al igual que las traseras, limitando la precisión del sistema.
Los sistemas de 3 canales representan un avance significativo, ofreciendo control individual para cada rueda delantera (críticas para la dirección) y un control conjunto para el eje trasero. Esta configuración mejora notablemente la estabilidad direccional durante el frenado de emergencia, aunque sigue presentando limitaciones en superficies con adherencia asimétrica.
Los sistemas de 4 canales, estándar en la mayoría de los vehículos actuales, proporcionan control independiente para cada rueda. Esta configuración maximiza la eficacia del ABS al permitir una modulación precisa de la presión de frenado adaptada a las condiciones específicas de cada neumático. Los vehículos equipados con ABS de 4 canales demuestran una estabilidad superior durante frenadas de emergencia, especialmente en superficies con adherencia variable o en curvas.
Evolución tecnológica: del primer ABS Mercedes-Benz al sistema actual
El primer sistema ABS comercialmente viable debutó en el Mercedes-Benz Clase S (W116) en 1978, desarrollado conjuntamente con Bosch tras más de una década de investigación. Este sistema pionero utilizaba sensores inductivos y una unidad de control analógica con capacidades limitadas por la tecnología de la época. A pesar de sus restricciones, demostró una mejora significativa en la seguridad activa, especialmente en condiciones de baja adherencia.
Durante los años 80 y 90, la evolución del ABS se caracterizó por la miniaturización de componentes y la transición hacia unidades de control digitales. La segunda generación incorporó microprocesadores de 8 bits, mientras que la tercera introdujo procesadores de 16 bits con mayor capacidad de cálculo, permitiendo algoritmos más sofisticados. El peso y tamaño del sistema se redujeron considerablemente, facilitando su implementación en vehículos más compactos.
Los sistemas actuales representan la novena generación de esta tecnología e incorporan procesadores de alta velocidad capaces de ejecutar millones de cálculos por segundo. La integración con otros sistemas de seguridad activa, como el control de estabilidad (ESP) y el control de tracción (TCS), ha multiplicado su eficacia. Además, los sensores modernos proporcionan información más precisa sobre las condiciones de la superficie y el comportamiento dinámico del vehículo, permitiendo intervenciones más sutiles y efectivas.
Funcionamiento técnico del frenado ABS en situaciones críticas
El frenado ABS despliega toda su complejidad tecnológica en situaciones críticas, cuando los segundos son cruciales y la diferencia entre control y pérdida de estabilidad puede determinar la seguridad de los ocupantes. Ante una frenada de emergencia, el conductor normalmente aplica presión máxima al pedal, lo que sin ABS provocaría el bloqueo inmediato de las ruedas. En cambio, con el sistema activo, se inicia una secuencia automática de eventos diseñados para mantener el control del vehículo mientras se optimiza la distancia de frenado.
La clave del funcionamiento eficaz del sistema reside en su capacidad para modular la presión hidráulica del circuito de frenos a una velocidad imposible para cualquier conductor humano. Mediante una constante monitorización de la velocidad de rotación de cada rueda, el sistema identifica instantáneamente tendencias al bloqueo y las corrige antes de que puedan afectar la estabilidad del vehículo o su trayectoria.
Ciclos de presión y despresurización en milisegundos
El sistema ABS moderno opera mediante ciclos ultrarrápidos de presurización y despresurización que ocurren en milisegundos, imperceptibles para la reacción humana pero fundamentales para el control preciso del frenado. Cada ciclo consta de tres fases distintas gestionadas por las válvulas solenoides del grupo hidráulico: aumento de presión, mantenimiento de presión y reducción de presión.
Durante la fase de aumento, la válvula de entrada permanece abierta y la de salida cerrada, permitiendo que la presión generada por el pedal del freno se transmita directamente al cilindro de la rueda. Cuando el sensor detecta una desaceleración excesiva indicativa de un bloqueo inminente, el sistema pasa a la fase de mantenimiento, cerrando ambas válvulas para estabilizar la presión.
Si el sensor continúa detectando tendencia al bloqueo, se activa la fase de reducción, abriendo la válvula de salida mientras mantiene cerrada la de entrada. Esto permite que parte del líquido de frenos retorne al depósito, reduciendo la presión en el cilindro específico. Este proceso puede repetirse hasta 15 veces por segundo en los sistemas más avanzados, creando el característico pulso que el conductor siente en el pedal durante una frenada de emergencia con ABS.
Algoritmos de detección de deslizamiento y adherencia variable
El corazón intelectual del sistema ABS reside en sus sofisticados algoritmos que calculan continuamente el grado de deslizamiento de cada rueda, comparándolo con valores óptimos preestablecidos para diferentes condiciones. Estos algoritmos utilizan modelos matemáticos complejos que relacionan la velocidad angular de la rueda con la velocidad estimada del vehículo para determinar el porcentaje de deslizamiento en tiempo real.
Los sistemas modernos implementan algoritmos adaptativos capaces de reconocer diferentes tipos de superficies basándose en las características de aceleración y desaceleración de las ruedas. Por ejemplo, el sistema puede identificar un pavimento con nieve o hielo por los patrones característicos de fluctuación en la velocidad de las ruedas al aplicar los frenos. Esta capacidad permite ajustar automáticamente los umbrales de intervención para optimizar el frenado según las condiciones específicas.
Adicionalmente, los algoritmos incorporan funciones de filtrado y compensación para eliminar interferencias y errores de medición. La unidad de control utiliza técnicas avanzadas de procesamiento de señales para distinguir entre fluctuaciones normales en la velocidad de las ruedas y verdaderas situaciones de bloqueo inminente, evitando intervenciones innecesarias que podrían comprometer la eficacia del frenado.
Comportamiento del ABS en superficies con coeficientes de fricción asimétricos
Uno de los desafíos más complejos para el sistema ABS surge cuando el vehículo frena sobre superficies con coeficientes de fricción asimétricos, como cuando las ruedas de un lado se encuentran sobre asfalto seco y las del otro sobre hielo o grava. Esta situación, conocida como μ-split (mu-split), puede generar un momento de guiñada que tiende a hacer girar el vehículo hacia el lado con mayor adherencia.
Los sistemas ABS avanzados incorporan funciones específicas para gestionar el μ-split, denominadas "Select-Low" y "Select-High". La estrategia Select-Low ajusta la presión de frenado en ambas ruedas del mismo eje según la rueda con menor adherencia, sacrificando algo de distancia de frenado pero maximizando la estabilidad direccional. En contraste, la estrategia Select-High optimiza la presión individualmente para cada rueda, mejorando la eficacia de frenado pero requiriendo una intervención más activa del control de estabilidad para contrarrestar el momento de guiñada.
La capacidad del ABS para gestionar superficies de adherencia asimétrica representa la diferencia entre un sistema básico y uno avanzado, determinando no solo la distancia de frenado sino también la estabilidad direccional del vehículo en situaciones críticas.
Los sistemas más sofisticados emplean estrategias híbridas que adaptan su comportamiento según la velocidad del vehículo, el ángulo de dirección y la tasa de guiñada detectada por los sensores. A velocidades elevadas, priorizan la estabilidad direccional, mientras que a velocidades reducidas pueden favorecer la optimización de la distancia de frenado, siempre manteniendo el vehículo bajo control.
Calibración del sistema según peso y distribución de carga
La eficacia del sistema ABS está intrínsecamente relacionada con su capacidad para adaptarse a las variaciones en el peso y la distribución de la c
arga del vehículo. Un sistema correctamente calibrado debe ajustar sus parámetros de intervención según las condiciones de carga, ya que estas afectan directamente a la inercia, transferencia de peso y comportamiento dinámico del vehículo durante el frenado. Los vehículos modernos incorporan sensores de aceleración y algoritmos que estiman constantemente la distribución de masa.
En casos de carga asimétrica o irregular, como cuando se transportan objetos pesados en un lateral del vehículo, el sistema ABS debe compensar las diferencias en la presión de frenado aplicada a cada rueda. Esta compensación es crucial para evitar que el vehículo tienda a desviarse hacia el lado más cargado durante una frenada intensa, manteniendo así la trayectoria deseada por el conductor.
Los fabricantes implementan diferentes estrategias para esta compensación, desde sistemas que utilizan acelerómetros de tres ejes hasta soluciones más avanzadas que incorporan modelos predictivos basados en el comportamiento histórico del vehículo. Algunos vehículos comerciales y SUVs incorporan incluso interruptores manuales que permiten al conductor indicar al sistema cuando se transporta carga pesada, optimizando así los parámetros de intervención del ABS.
La calibración según peso también afecta a las estrategias de frenado regenerativo en vehículos híbridos y eléctricos, donde el sistema ABS debe coordinar su funcionamiento con el sistema de recuperación de energía, adaptándose a diferentes estados de carga de la batería y distribución de peso no convencional debido a los componentes eléctricos.
Integración del ABS con sistemas electrónicos complementarios
El sistema ABS no opera de manera aislada en los vehículos modernos, sino que forma parte de una compleja red de sistemas electrónicos de seguridad activa que trabajan en conjunto para maximizar el control y la estabilidad del vehículo. Esta integración representa una evolución natural desde los primeros sistemas independientes hacia un enfoque holístico de la seguridad vehicular, donde múltiples subsistemas comparten información y coordinan sus intervenciones.
La arquitectura actual permite que el ABS funcione como base para otros sistemas más avanzados, compartiendo sus sensores, actuadores y parte de su unidad de control. Esta sinergia no solo optimiza costos y reduce el peso del vehículo, sino que también mejora significativamente la eficacia de todos los sistemas involucrados, proporcionando respuestas más rápidas y coherentes ante situaciones de emergencia.
Interacción con ESP (programa electrónico de estabilidad) de continental
El Programa Electrónico de Estabilidad (ESP) desarrollado por Continental representa uno de los avances más significativos en seguridad activa y trabaja en estrecha colaboración con el sistema ABS. Mientras el ABS previene el bloqueo de las ruedas durante la frenada, el ESP actúa para evitar que el vehículo derrape o pierda la trayectoria deseada durante maniobras extremas o en condiciones de baja adherencia.
La interacción entre ambos sistemas es bidireccional y constante. El ESP utiliza los mismos sensores de velocidad de las ruedas que el ABS, complementados con un sensor de ángulo de dirección y un sensor de movimiento giroscópico que detecta la tasa de guiñada (rotación sobre el eje vertical) del vehículo. Cuando el ESP detecta una discrepancia entre la trayectoria deseada por el conductor y el movimiento real del vehículo, puede solicitar al sistema ABS que aplique presión de frenado de manera selectiva en ruedas específicas.
La integración ABS-ESP ha demostrado reducir hasta un 80% los accidentes por pérdida de control en condiciones de conducción críticas, según estudios de Continental Automotive.
El sistema de Continental incorpora algoritmos predictivos que anticipan situaciones de inestabilidad basándose en patrones de conducción y características de la superficie. Esta capacidad predictiva permite intervenciones más suaves y anticipadas, reduciendo la brusquedad de las correcciones y mejorando la experiencia de conducción. Además, el ESP puede modular la potencia del motor a través de la gestión electrónica, complementando la acción del sistema de frenos para estabilizar el vehículo.
Sinergia con TCS (sistema de control de tracción) en condiciones de baja adherencia
El Sistema de Control de Tracción (TCS) comparte muchos componentes con el ABS, pero con un objetivo complementario: mientras el ABS evita el bloqueo de las ruedas durante el frenado, el TCS previene el patinaje excesivo durante la aceleración. Esta sinergia es particularmente importante en condiciones de baja adherencia como carreteras mojadas, heladas o cubiertas de nieve.
La integración técnica entre ABS y TCS es profunda, utilizando los mismos sensores de velocidad de las ruedas para detectar diferencias de rotación. Cuando una rueda motriz gira significativamente más rápido que las demás, indicando pérdida de tracción, el TCS puede actuar de dos maneras: aplicando el freno a la rueda que patina (utilizando directamente el actuador del ABS) o reduciendo el par motor mediante la gestión electrónica del motor.
En superficies extremadamente resbaladizas, ambos sistemas trabajan de manera alternada según las acciones del conductor. Si el vehículo está acelerando en una pendiente helada, el TCS optimiza la tracción; si posteriormente el conductor frena, el ABS toma el control para mantener la capacidad de dirección. Esta transición debe ser perfectamente fluida para garantizar la estabilidad continua del vehículo, lo que requiere protocolos de comunicación de alta velocidad entre las unidades de control.
Los vehículos modernos incorporan modos específicos para condiciones extremas (nieve, arena, barro) que modifican los parámetros de intervención tanto del ABS como del TCS, permitiendo mayor deslizamiento controlado cuando es beneficioso para la movilidad o menor deslizamiento cuando prima la estabilidad.
Comunicación con sistemas EBD (distribución electrónica de frenado) y EBA (asistencia de frenado de emergencia)
La Distribución Electrónica de Frenado (EBD) representa una evolución del repartidor mecánico de frenada tradicional, utilizando la infraestructura del ABS para optimizar la distribución de la presión de frenado entre los ejes delantero y trasero. Esta distribución dinámica se ajusta constantemente según la carga del vehículo, la transferencia de peso durante la frenada y las condiciones de adherencia, maximizando la eficacia del frenado mientras previene el bloqueo prematuro de las ruedas traseras.
El sistema EBD analiza las señales de los sensores de velocidad del ABS para determinar si las ruedas traseras muestran tendencia al bloqueo antes que las delanteras, lo que indicaría una distribución inadecuada de la presión de frenado. En tal caso, modula selectivamente la presión en el circuito trasero, independientemente de las intervenciones normales del ABS, mejorando la estabilidad y reduciendo la distancia de frenado.
Por su parte, el sistema de Asistencia de Frenado de Emergencia (EBA) detecta situaciones de frenado de emergencia analizando la velocidad y fuerza con que el conductor pisa el pedal del freno. Cuando identifica un patrón característico de frenada de pánico, el EBA amplifica automáticamente la presión aplicada, alcanzando la máxima potencia de frenado en el menor tiempo posible, incluso si el conductor no ha pisado el pedal con suficiente fuerza.
La comunicación entre EBA, EBD y ABS debe ser absolutamente precisa y coordinada. Cuando el EBA aumenta la presión de frenado, el ABS debe estar preparado para gestionar el incremento súbito de presión en el circuito, mientras que el EBD debe ajustar instantáneamente la distribución entre ejes para adaptarse a la nueva situación. Esta orquestación de sistemas puede reducir la distancia de frenado hasta un 20% en situaciones críticas.
Protocolos CAN-bus para la gestión coordinada de seguridad activa
El protocolo CAN-bus (Controller Area Network) constituye la columna vertebral de comunicación que permite la integración efectiva entre el ABS y el resto de sistemas electrónicos del vehículo. Desarrollado inicialmente por Bosch en los años 80, este bus de comunicación serial permite que múltiples unidades de control intercambien información a alta velocidad (hasta 1 Mbit/s) a través de un cableado mínimo, reduciendo la complejidad, el peso y mejorando la fiabilidad.
En el contexto de la seguridad activa, el CAN-bus facilita la transmisión instantánea de datos críticos como velocidades de ruedas, aceleraciones, ángulo de dirección y estados de activación entre los diferentes sistemas. La arquitectura actual implementa típicamente varios niveles de CAN-bus con diferentes prioridades, reservando el nivel más alto (High-Speed CAN) para la comunicación entre sistemas de seguridad como ABS, ESP y gestión del motor, garantizando tiempos de respuesta inferiores a 10 milisegundos.
El protocolo incorpora mecanismos avanzados para la detección y gestión de errores, asegurando que la información crítica para la seguridad llegue correctamente incluso en condiciones de interferencia electromagnética. Además, su diseño multi-maestro permite que cualquier sistema pueda iniciar la comunicación cuando es necesario, sin depender de un controlador central que podría convertirse en un punto único de fallo.
Los vehículos más avanzados implementan redes CAN flexibles (FlexRay) o Ethernet Automotriz para sistemas que requieren mayor ancho de banda, como la fusión de datos de múltiples sensores en sistemas ADAS (Advanced Driver Assistance Systems), manteniendo la compatibilidad con los sistemas CAN tradicionales para componentes críticos como el ABS.
Mantenimiento preventivo y diagnóstico de fallos del sistema ABS
El mantenimiento adecuado del sistema ABS es fundamental para garantizar su funcionamiento óptimo durante toda la vida útil del vehículo. A diferencia de los componentes mecánicos tradicionales, los sistemas electrónicos de seguridad como el ABS no muestran un desgaste gradual evidente, sino que tienden a funcionar correctamente hasta que se produce un fallo. Esta característica hace que la detección temprana de problemas potenciales sea crucial para prevenir la pérdida completa de funcionalidad en situaciones críticas.
Un enfoque preventivo incluye inspecciones regulares de componentes físicos como sensores y cableado, así como evaluaciones periódicas del funcionamiento del sistema mediante equipos de diagnóstico específicos. La mayoría de los fabricantes recomiendan una revisión completa del sistema ABS cada 30.000-50.000 kilómetros o ante cualquier indicio de funcionamiento anómalo, como la activación de la luz de advertencia en el tablero.
Lectura e interpretación de códigos OBD-II específicos para ABS
El estándar OBD-II (On-Board Diagnostics) implementado en todos los vehículos modernos proporciona una interfaz estandarizada para acceder a información de diagnóstico del sistema ABS y otros componentes electrónicos. Los códigos específicos para el ABS se encuentran generalmente en el rango C0XXX y proporcionan información detallada sobre el tipo y ubicación de fallos detectados por la unidad de control.
La lectura de estos códigos requiere un escáner OBD-II con capacidad para acceder a módulos específicos más allá del motor, ya que los escáneres básicos suelen limitarse a los códigos P0XXX relacionados con el tren motriz. Los escáneres profesionales pueden no solo leer los códigos activos, sino también acceder a "datos congelados" que muestran las condiciones exactas del vehículo en el momento en que se generó el error, facilitando considerablemente el diagnóstico.
Rango de códigos | Componente relacionado | Ejemplos comunes |
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C0035 - C0045 | Sensores de velocidad de ruedas | C0040: Circuito del sensor de velocidad RF abierto |
C0050 - C0065 | Válvulas solenoides | C0060: Circuito de la válvula solenoide LF defectuoso |
C0110 - C0125 | Bomba y motor del ABS | C0121: Fallo en relé de la bomba ABS |
C0200 - C0210 | Comunicación interna | C0202: Error de procesamiento de la ECU del ABS |
La interpretación correcta de estos códigos requiere no solo conocer su significado literal, sino entender las interrelaciones entre diferentes subsistemas y las causas probables de cada tipo de fallo. Por ejemplo, un código que indica un problema con un sensor de velocidad podría ser causado por el propio sensor, su cableado, los conectores, la rueda fónica o incluso interferencias electromagnéticas de componentes cercanos.
Procedimientos de purga hidráulica en sistemas ABS/ESP de volkswagen y seat
Los sistemas ABS/ESP del grupo Volkswagen-Seat requieren procedimientos específicos de purga hidráulica que difieren significativamente de los métodos tradicionales. Esto se debe a la complejidad del grupo hidráulico y sus múltiples válvulas solenoides, que pueden atrapar bolsas de aire que comprometerían el funcionamiento del sistema en situaciones críticas. La purga debe realizarse utilizando equipos de diagnóstico capaces de activar secuencialmente las diferentes válvulas durante el proceso.
El procedimiento estándar para estos vehículos comienza con la conexión del equipo de diagnóstico (como VCDS o VAS) al puerto OBD-II y la navegación hasta el módulo de control ABS/ESP. Desde allí, se debe iniciar la función específica de "Sangrado del sistema de frenos", que guiará paso a paso a través del proceso. Es crucial mantener el nivel de líquido de frenos en el depósito durante todo el procedimiento, ya que el bombeo continuo puede vaciarlo rápidamente.
Durante este proceso, el equipo de diagnóstico activa secuencialmente las válvulas solenoides del grupo hidráulico mientras se aplica presión al circuito mediante el pedal o un asistente de purga. El técnico debe seguir un orden específico (generalmente comenzando por la rueda más alejada del depósito principal, típicamente la trasera derecha) y continuar hasta que no aparezcan burbujas de aire en el líquido expulsado.